“…El sistema
educativo puede considerarse como una enorme máquina que clasifica,
rotula y encamina a los individuos a través de la vida…” Tomas A. Vasconi.
Como dirían hace mucho: es humano
cometer errores, persistir en ellos es caer en la inhumanidad. En ese
ámbito, resulta increíble creer que el abusivo negocio de la educación
sea solamente un error persistente, claramente aquello ha sido una
acción consciente que durante décadas se ha orientado a ser un aporte
para el fortalecimiento del modelo individualista y de consumo
desmesurado que tiene la sociedad actual.
Sin ir más lejos, el propio sistema
educativo, es un monstruo que extiende sus nefastos brazos sobre las
familias haciéndolas víctimas de la especulación, el endeudamiento y la
segregación. Los gobiernos posteriores al régimen de Pinochet,
eran conocedores de la institucionalidad que administraban, no
obstante, como ha sincerado últimamente el estandarte de la transición:
“se hizo lo que se pudo”, y bastante poco o casi nada fue eso, es más,
se permitió, a plena luz del día y con todos los resguardos legales, que
los bancos y grandes corporaciones se llenaran los bolsillos del dinero
proveniente de las familias trabajadoras más pobres de nuestro país.
Fue así como la institucionalidad gubernamental chilena se sumió en un
rol cómplice del gran empresariado, llegando incluso a formar parte del
negocio, compartiendo la administración o fundación de colegios y
universidades que permitieran a la élite política tener unos cuantos
miles de dólares más, a fin de mes.
Por eso, que hoy vengan con tanto
asombro a hablar del Lucro es algo que casi suena a canallada, ya que,
entre derecha, concertación y sus descolgados, no han hecho más que
fortalecer desde sus instituciones las posibilidades de ganancias para
los empresarios chupasangre y lo han hecho con las riquezas naturales,
la educación, la salud, la vivienda y todo cuanto sea posible. Pero
basta de “choriqueos”, el asunto es bien claro, la idea es no señalar
algo más que evidente, sino plantear preguntas que inciten al debate,
claramente uno mucho más profundo que aquel de si la Camila debe salirse del PC o no, cosa que considero irrelevante.
El debate que espero plantear gira en
torno a una complicidad evidente entre instituciones, fiscalizadoras y
gobernantes, quienes han abierto las puertas a un paraíso económico
donde transnacionales, holdings y consorcios hacen lo que mejor les
parezca e incluso son defendidos o hasta perdonados si se les da la gana
de no pagar sus obligaciones. Así con todo, podemos decir que son tan
culpables aquellas instituciones del Estado como los
mismos empresarios, ambos forman parte de un mismo frente que se colude
para hacer de los habitantes de este país una gran fuente de su
enriquecimiento.
En este ámbito, ¿podremos creer que
basta con darle mayores atribuciones al Estado? Resulta un poco iluso
pensar que con unas reformas por aquí y por allá lograremos devolver a
la sociedad oprimida lo que le han saqueado por años, porque si bien la Constitución Política
ha sido un pilar de este sistema neoliberal, debemos tener presente que
las cosas no se arreglan por donde se arruinan, no basta con cambiar a
este presidente, a sus ministros, ni sus leyes, porque sus intereses no
reconocen lógica, y no me estoy pasando películas rusas, simplemente
comento algo evidente, que el último tiempo hemos visto con mayor
claridad en los distintos medios.
No espero sonar carente de propuesta,
simplemente busco plantear que es necesario salir de la lógica del dos
más dos, igual a cuatro, porque durante años hemos visto que con una ley
no basta para frenar los abusos. Entonces ¿qué podemos hacer
realmente?, pues bueno, no esperen que aquí se responda aquello, eso
está siendo respondido en las calles, las asambleas y los alzamientos
populares de sur a norte, donde sin duda, si no se avanza en
organización programática, capaz de poner freno al Estado y expropiar
los recursos y elementos que nos ha arrebatado, nos quedaremos donde
hemos estado constantemente, en un ir y venir confuso y errático que no
nos deja crecer como pueblo. Por eso planteo con sinceridad, que los
estudiantes ya no debemos seguir solos, no somos el centro, ni la punta
más importante, del conflicto que vive el pueblo a diario, somos y
debemos ser un aporte para la organización y lucha de los demás sectores
de la sociedad.
Por eso hoy, cuando los mercenarios que
están enriqueciéndose con la educación, se defiendan señalando que: “es
válido ser emprendedor y ganar algo por hacer un trabajo”, no les
respondamos solamente por los sueños que han robado a estudiantes, sino
por el asalto que han hecho a las familias trabajadoras, por la
precarización de los funcionarios universitarios, por el modelo de sus
mallas curriculares que apunta a la rentabilidad empresarial y no a
factores de reflexión humana. Acusémosles no sólo porque lucran sino
porque explotan, enceguecen y someten una sociedad completa con todos
sus negocios y prácticas. No olvidemos que es necesario que seamos
nosotros quienes nos organicemos para recurrir a la conformación de los
espacios organizativos propios que nos permitan detener este saqueo y
así lograr cambiar las cosas, porque tanto instituciones de Estado como
empresarios son culpables. Vea usted cuantos personajes de gobierno han
pasado por decenas de universidades en puestos directivos, seguramente
compartiendo las condiciones en las cuales se desarrollan las relaciones
de trabajo y enseñanza en esos espacios.
Hasta cuando con el “peticionismo”,
puede ser prudente que en estos momentos le exijamos al Estado que
devuelva en parte lo que nos ha saqueado, que financie nuestra
educación, nuestra salud o una vivienda digna, que lo haga porque está
el dinero para hacerlo y porque es prioridad, porque el hambre, el frio,
la enfermedad o el conocimiento no son negocios. También es válido
pensar que, si estos sectores se financian con el dinero del pueblo,
debe ser el pueblo el que los administre, y le quite al empresariado su
poder el cual solamente arrastra a más miseria. Por ello, hablar de
lucro no excluye hablar de gratuidad o democratización, debido a que
resulta lógico que el pueblo administre una educación financiada
completamente a raíz de las riquezas que él mismo genera, y es mucho más
lógico pensar que este pueblo sea el que genere nuevos espacios
democráticos mediante los cuales reoriente y redefina las políticas en
educación, salud o vivienda, que considera necesarias. Por esto, es
probable que hoy cuando hablemos de educación al servicio del pueblo,
claramente debamos hacer el ejercicio de comenzar a construir esa
educación en conjunto con los demás actores que conforman la sociedad y
que por el solo capricho capitalista hoy se ven divididos en sectores
que des-potencian su capacidad política y organizativa.
Posiblemente este camino para muchos no
suena si quiera sensato, pero para quienes sí lo es, resulta vital
comenzar a dar vida a espacios de organización que trasciendan los
límites temporales y sectoriales que ha impuesto un modelo que sin duda
se ha olvidado de la gente y ha puesto por sobre todo las ganancias, la
especulación, el mercado y el últimamente famoso lucro. Es momento que
los oprimidos se alcen en rebeldía, con conciencia y organización,
reconociendo que en su diario vivir existen innumerables condiciones de
precarización, injusticias y malos tratos. Reconociendo que somos
nosotros quienes tienen la fuerza para cambiar este país. Los
estudiantes no podemos hacerlo solos, ya hemos dado varios pasos en la
calle, varios pasos en organización y en lucha. Ahora es el turno del
pueblo, de la gente; trabajadores, pobladores, estudiantes de ambos
géneros, del campo y la ciudad, de diferentes culturas o pueblos, ahora
nosotros debemos tomar en nuestras manos lo que nos pertenece, la
riqueza que generamos, el conocimiento que hemos heredado y construido,
avancemos sin miedo, no tenemos nada que perder, más que aquellas rejas
que nos aprisionan.
Por Recaredo Gálvez
Presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Concepción
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