Escrito por: Manuel Ansaldo
Extraido de : perspectivadiagonal.org
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El fenómeno de las radios populares
(alternativas, comunitarias, piratas, etc.) posee una larga historia en
nuestro continente, la cual se remonta hacia la primera mitad del Siglo
XX. El año 1947, en Colombia y por una iniciativa personal, nace Radio
Sutatenza, que tenía por objetivo educar las poblaciones campesinas y
descentralizar la comunicación elitista que existía hasta ese entonces.
Años después en la década de 1950, esta vez en las alturas de Bolivia,
los poderosos sindicatos obreros del estaño comenzaron a crear
experiencias radiofónicas, las cuales se mantenían económicamente por
medio de la donación de parte de los salarios de los propios mineros,
resultado de la fuerte convicción que existía en torno a la importancia
de poseer un medio de comunicación que representara los intereses de la
clase trabajadora boliviana, teniendo en cuenta que los medios
comerciales los ignoraban completamente.
Ambos ejemplos, corresponden
a la propagación en América Latina de la idea que en realidad más que
existir medios de comunicación alternativos, lo que en verdad existe son
formas alternativas de utilizar los medios de comunicación:
Alternativas al monopolio comunicacional que ejercen las elites en todo
el mundo.
Así lo entendieron los primeros grupos
que se atrevieron a utilizar los medios de comunicación para mostrar y
difundir la realidad de una mayoría que no tenía representación alguna
en los medios oficiales existentes. En Chile, las radios populares
tuvieron su auge en la época de la dictadura del General Pinochet, ya
que servían como mecanismo de coordinación para los diversos grupos y
organizaciones populares que se veían obligados a operar en
clandestinidad en su búsqueda por suprimir el régimen militar. Estas
mismas radios sufrieron posteriormente una serie de transformaciones (la
mayoría se extinguieron) una vez que la Concertación tomó el poder al
ganar las elecciones presidenciales del año 1989, quedando excluidas del
proyecto político que querían instaurar la Centro Izquierda y la
Derecha en Chile (época de los Grandes Pactos políticos liderada por
Patricio Aylwin)
En la actualidad y desde la “vuelta a la
democracia” (Concepto invalidado por los miembros de radios populares
en Chile) las radios han tenido que batallar contra una Ley de
Telecomunicaciones que no les otorga ninguna clase de facilidades para
mantenerse al aire. Concretamente, la institucionalidad chilena
concesiona las distintas frecuencias del espectro radioeléctrico (esos
números en donde uno sintoniza la radio, por ej. 91.9 FM) a grandes
consorcios empresariales, los cuales muchas veces poseen más de un
espacio, creando verdaderos oligopolios al interior del sistema radial
nacional. Lo anterior se manifiesta en que la pluralidad y
heterogeneidad dentro de los medios de comunicación se ven fuertemente
trastocadas, generando una oferta homogénea y casi siempre
condescendiente con esta misma institucionalidad que les permite
perpetuar este sistema de concesiones.
En nuestro país, alrededor
del 95% de las frecuencias están disponibles para uso comercial,
quedando tan solo el 5% destinado a todo el resto de la población que no
busca lucrar con las radios, sino más bien posicionar y relatar las
distintas realidades que viven la mayoría de las personas y que se
encuentran invisibilizadas en los medios de comunicación dominantes.
Las radios populares, que son a su vez
el mensaje del pueblo a través del medio tecnológico, han tenido
históricamente un rol preponderante en el desarrollo de las poblaciones
de nuestro país. Tenemos a la vuelta de la esquina la gran labor que
llevo a cabo Radio Santa María en el sur de Chile, la cual transmitió
sin parar, día y noche, la realidad del conflicto social producido en
Aysén, imponiéndose como medio legítimo cuando los grandes consorcios
comerciales se empeñaban en tan solo resaltar la violencia de aquellas
largas jornadas de movilizaciones. Y es que es así, estas radios siempre
han gozado de la legitimidad de la mayoría, porque en ellas se reconoce
el mensaje propio, no tergiversado por intereses económicos. Cabe
recordar finalmente, que las ondas radiales recorren libremente los
cielos, la libertad de expresión y de comunicar es un derecho de todos
los humanos y por lo mismo, designar la mayoría de las frecuencias
radiales a empresas comerciales constituye un acto arbitrario y una
traición de los gobiernos hacia sus pueblos y su legítima libertad de
expresión.
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