Los incendios del negocio forestal |
Escrito por Murieta |
Lunes, 02 de Enero de 2012 03:58 |
Este
domingo la ONEMI informó a la prensa que en la región del bío bío hay
cerca de 8 mil hectáreas afectadas por incendios, principalmente en
Quillón y Florida. Hay focos también en Santa Juana, en Ñipas hay casas
destruidas y en Quillón falleció un hombre de 75 años identificada
como Juan Ernesto Campos Bellos, habitante del sector La Gloria. Las
provincias de Concepción y Ñuble se encuentran en alerta roja. La ruta
A-148 y la Ruta del Itata se encuentran cerradas.
Lo que no menciona el informe o balance es la responsabilidad del negocio forestal en nuestra región.
El
avance del sector forestal ha sido avasallador en las últimas décadas,
modificando la matriz productiva de varios poblados. La agricultura ha
pasado de una diversa producción de frutas, hortalizas, legumbres, etc.
a ser casi exclusivamente monocultivo de pino radiata o eucaliptus. Y
eso se aprecia justamente en dos localidades profundamente afectadas por
los incendios.
El
pino radiata es una especie introducida, originaria de América del
norte (California y algunos sectores de México). En su lugar originario
el pino crece hasta unos 30 mts. de altura. En Chile llega a crecer de
30 a 50 mts. debido a las condiciones climatológicas.
Uno
de los grandes defectos que tienen estos monocultivos, en particular
los de radiata, es que los pinos exudan una resina en dos formas:
líquida y sólida. La trementina es la parte líquida, que al igual que el
sólido denominado colofonia, es altamente inflamable (con ellas se
produce desde el aguarrás hasta algunos adhesivos). Su punto de
inflamación se ubica en los 35º y puede llegar a ser explosiva.
Es
por estas mismas cualidades que las plantaciones forestales deben estar
bastante alejadas de las plantaciones. Una resina inflamable a los 35° y
que puede ser explosiva está expuesta a grandes temperaturas y vientos
en pleno verano.
Los
incendios forestales más peligrosos son los denominados fuegos de
copas. En ellos el fuego consume las copas de los árboles alcanzando
temperaturas entre 600 y 1500 grados y avanza a una velocidad enorme,
catastrófica y peligrosa, sobretodo si hay casas cerca. Se genera una
especie de bola de fuego que avanza a grandes velocidades dejando a su
paso una temperatura y sonido aterradores. Una verdadera tormenta de
fuego, quemando desde arriba hacia abajo. Son incendios casi
incontrolables.
En
Chile la obsesión desmesurada por el negocio forestal ha dejado
plantaciones pino y eucaliptos a metros de hogares, mientras que en
Canadá, las plantaciones deben estar al menos a 1.6 Km., para poder
realizar los cortafuegos. El caso de los pobladores de Ñipas es un
ejemplo del caso.
Incluso
en estos países donde se norma el negocio, las plantaciones van
modificando su altura, porque de esta manera el fuego no se propaga con
facilidad pues las copas no están a la misma elevación y por lo tanto,
dificulta su extensión.
En
Chile esto es un control que ni siquiera se comenta, pues se habla de
incendios intencionados o naturales, pero jamás de la responsabilidad de
las forestales. Ni en cuánto a los incendios, ni en cuánto al
desempleo, ni en cuánto al saqueo de los recursos naturales.
El
control sobre la desmesurada extensión del territorio forestal debe ser
regulado porque atenta contra la seguridad de los sectores aledaños. No
se puede permitir que no haya las condiciones mínimas de seguridad en
un territorio eminentemente forestal, pues se atenta solapadamente
contra la vida de la población.
Y cada verano, sufrimos el atentado en carne propia.
Foto: plantaciones forestales en Laraquete, junto a una población.
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