Comunidad Militante Concepción. Documento Público. Octubre 2013.
Nuestra organización hace pública su posición frente al actual momento político:
“Los tiempos que vienen serán productivos si somos capaces de dar forma a una tendencia independiente en el mundo del trabajo y a una tendencia revolucionaria en el seno de la izquierda como conjunto. Hoy no está en juego la hegemonía de las posiciones revolucionarias al interior de la clase. Hoy tan sólo está en juego la posibilidad de convertir las movilizaciones venideras en un efectivo proceso de acumulación de fuerza popular. Ese es el desafío que define el quehacer de los revolucionarios en estos tiempos. Configurar una tendencia político-social revolucionaria en el seno del Pueblo, ya que estamos seguros que esto no ocurrirá espontáneamente por la sola fuerza de la movilización, sino nos preocupamos de construir oportunamente las herramientas que lo hagan posible”.
Dante Campana
1) El nuevo período político y las estrategias del Bloque Dominante y el Partido Comunista.
El progresivo proceso de constitución del mundo popular, inaugurado con posterioridad de la crisis económica que afectó nuestro país entre los últimos años de la década de 1990 y los primeros de la década del 2000 (crisis asiática), cuya expresión puede observarse en las masivas movilizaciones estudiantiles y en los sucesivos conflictos liderados por trabajadores subcontratados de los sectores mineros, forestales, salmoneros, frutícolas y trabajadores portuarios; evidenció las carencias y límites estructurales de un modelo de desarrollo capitalista neoliberal maduro, que agotaba sus propias capacidades reproductivas. Ante esta situación emergente, el Bloque Dominante dirigió sus fuerzas hacia la construcción de estrategias políticas que aseguraran la gobernabilidad y potenciaran la estabilidad sistémica, orientando el proceso ascendente de movilizaciones sociales, hacia una acumulación de fuerza legitimadora del modelo. Es así como comienza la inserción de las fuerzas políticas de la derecha tradicional al interior del mundo popular, con el objetivo de cooptar política e ideológicamente el proceso ascendente, hacia los valores del gremialismo, estrategia fácilmente reconocible en el proyecto de la UDI Popular.Mientras tanto, y pese al agotamiento político de la Concertación de Partidos por la Democracia, generado tras décadas de parasitar al interior de la burocracia estatal y expresado en la crisis al interior de sus partidos, despolitizados y reconvertidos en maquinarias para-estatales; esta alianza se dio a la tarea de construir una política de protección social, basada en el aumento del gasto público y en la creación de herramientas institucionales que bloquearan las pretensiones radicales de las nuevas fuerzas sociales e hicieran posible una adhesión subjetiva hacia el modelo de desarrollo. Con la maduración del proceso de constitución del mundo popular (cuyas expresiones de transversalidad y Multisectorialidad aún se encuentran caracterizadas por su baja densidad social), esta estrategia se vio complementada con la planificación de una serie de medidas y reformas que favorecieran una participación política acotada y una alianza electoral que permitiera el ingreso del PC al sistema político parlamentario.
Analizadas en la actualidad, ambas estrategias han madurado y seguido su curso, sin lograr contener la constitución de fuerza social al interior del mundo popular. Peor aún, con el ascenso del gobierno de Sebastián Piñera y el estallido social del año 2011, las movilizaciones sociales (gradual, discontinua y localmente) superaron su carácter gremial y abandonaron la lucha por los “beneficios del neoliberalismo”, para articular una tendencia que discursiva y programáticamente, apunta hacia una superación del actual modelo de desarrollo, y que embrionariamente, verbaliza una alternativa social y política. Es a raíz de este proceso, que una serie de organizaciones sociales y políticas, han comenzado a plantear la apertura de un nuevo ciclo o período político en nuestro país.
En este nuevo momento de la lucha de clases, las estrategias del bloque dominante anteriormente mencionadas, y hoy manifestadas principalmente en las candidaturas presidenciales de Evelyn Matthei y Michelle Bachelet, han agudizado sus esfuerzos de contención política, ya sea acentuando sus características reaccionarias o suplantando políticamente al emergente movimiento social-popular (en donde prima su carácter embrionario), con un programa de tenues reformas, que no buscan terminar con la herencia contra-revolucionaria de la dictadura cívico-militar, sino que perfeccionar su funcionamiento. Aquí debemos ser claros. Tanto la perdida de paciencia de la derecha tradicional, expresada en su acentuado discurso autoritario, como la supuesta apertura democrática de la “nueva mayoría”, son expresión de los temores que se incuban al interior del bloque dominante, frente a la maduración de las potencialidades políticas de franjas al interior del mundo popular, que han logrado articular mínimamente un conjunto programático coherente y capaz de movilizar a una amplia gama de sectores sociales, agudizando la crisis política y debilitando el consenso burgués. Esta situación es posible de observar en la incapacidad del Bloque Dominante de convocar y movilizar al electorado. Tanto en las elecciones municipales del 2012, como en las recientes elecciones primarias legales, el Bloque Dominante, más que salir fortalecido, ha dejado una serie de dudas sobre sus reales capacidades políticas para contener y conducir la fuerza social desplegada en la serie de conflictos que atraviesan nuestro país. Sin embargo, debemos ser responsables ante estos fenómenos y ser capaces de señalar que por sí mismos, estos hechos no representan un avance en el proceso de acumulación de fuerza propia por parte de aquellas franjas del mundo popular que expresan una voluntad de ruptura y superación de la actual institucionalidad política y del modelo de desarrollo de nuestro país.
Merece especial atención la actual situación política del Partido Comunista de Chile. Como habíamos mencionado, ante la emergente conflictividad social de la segunda parte de la década del 2000, tanto la ambición particular del PC por romper su propia exclusión del sistema político, como la estrategia del Bloque Dominante de contener y conducir el proceso ascendente, (transformando el proceso de crítica en una nueva legitimación sistémica), posibilitaron el entendimiento político entre sectores hasta ese entonces disociados. Y como señalábamos en aquel entonces, esta nueva comunión sólo podría fructificar en el tiempo, a través de un paulatino pero radical compromiso político del PC con el consenso burgués. Tras su participación en las primarias de la “nueva mayoría” y su total voluntad de apoyar la opción presidencial de Michelle Bachelet, es esperable que la inserción que actualmente posee el PC en el mundo popular, a través de estructuras como la CUT, sea utilizada prioritariamente, para potenciar un flujo de cooptación de la fuerza social desplegada y aislar a los sectores sociales de mayor radicalidad política, que hoy plantean transformaciones profundas en la seguridad social, la salud pública, la educación y la institucionalidad política, con horizontes emancipatorios de claro contenido anticapitalista. Esperamos que la ingenuidad estratégica del PC, con su pretendida izquierdización programática de la Nueva Mayoría, sea detectada y rectificada a tiempo por sus bases sociales activas.
2) La Convergencia de la Izquierda bajo una estrategia de transformaciones democráticas de horizontes emancipatorios.
Por su parte, la Izquierda independiente, fortalecida cuantitativa y cualitativamente en este período político, al ser protagonista del ascenso de las movilizaciones sociales, no ha sabido proyectar estas nuevas potencialidades orgánicas, hacia un proceso político unitario, que pretenda la superación de su endémica fragmentación. Al no poseer las mínimas coordinaciones estratégicas y tácticas, ni las estructuras básicas para el debate fraterno en su interior, la Izquierda se presenta en el actual momento de la lucha de clases, dividida orgánica y estratégicamente, desacoplada de los esfuerzos de articulación político-social al interior del mundo popular. Creemos indispensable un proceso unitario de la izquierda, que tenga directa relación con la articulación estratégica de una tendencia independiente en el mundo popular. Tan sólo contribuyendo en la construcción de una tendencia revolucionaria en el seno de la Izquierda y en la constitución de una tendencia independiente en el mundo popular, es posible una real acumulación de fuerza propia, capaz de orientar las movilizaciones sociales hacia una alternativa de contenido anticapitalista. Pese a que es posible observar esfuerzos de unidad al interior de la Izquierda, debemos señalar que sólo cuando estos esfuerzos estén basados en una articulación de fuerzas sociales objetivas, podrán contener un poder político real. Las alianzas electorales, no poseen de por sí, estas características.
El proceso de acumulación de fuerza social, sustentado en una tendencia revolucionaria en el seno de la Izquierda y en la articulación socio-política de una tendencia independiente al interior del mundo popular, posee en el actual momento político, la tarea de madurar una alternativa, capaz de superar el nuevo pacto social a través del cual el Bloque en el Poder pretende el cierre institucional y una nueva legitimación del consenso burgués. Esta alternativa debe, al igual que el proceso unitario de la Izquierda, sustentarse objetivamente en el mundo popular. Las transformaciones de contenido democrático, no deben buscar su resolución estratégica al interior del Estado burgués, sino en el control democrático de los espacios sociales. No es ni en los municipios, ni en el parlamento, en donde deben concentrarse las fuerzas sociales democráticas con aspiraciones anticapitalistas. Aquello equivaldría a fortalecer el nuevo pacto social burgués, a través del cual se pretenden resolver políticamente las contradicciones sociales del neoliberalismo maduro. Aquí no se pretende simplificar el análisis político estableciendo una dicotomía entre calle y parlamento. Lo que se afirma, es que nuestra tarea es identificar los espacios en donde se realizan las contradicciones objetivas que sustentan el ascenso de la movilización social, a la vez que se identifican los espacios en donde el Bloque en el Poder aspira a contener este proceso. No es una cuestión de principios. Es un intento por construir una estrategia política coherente con una caracterización particular del período político.
Pretender conducir deliberadamente el proceso embrionario de constitución del mundo popular, hacia una disputa electoral al interior de la institucionalidad neoliberal, confunde y desorienta, a la vez que pone en riesgo un proceso de acumulación de fuerza social de más de una década, estableciendo tácticas políticas que profundizan la fragmentación al interior de la Izquierda. Creemos necesario que el conjunto de los proyectos políticos que sustentan el proceso general de acumulación de fuerza social, puedan evaluar estas tácticas particulares, a la luz de sus consecuencias objetivas y no a través de modelos abstractos.
A la vez que proponemos esta lógica de desarrollo político de la Izquierda, es pertinente señalar que las diferencias tácticas al interior de nuestro sector, no pueden condicionar la ineludible tarea de convergencia que el presente contiene. Concebir y construir una referencialidad política unitaria de la Izquierda, es una tarea de primer orden si lo que se pretende es la maduración del proceso de constitución del campo popular, como base objetiva de una alternativa social y política.
Hoy no está en juego la toma del poder o la construcción de un gobierno popular. Lo que está en juego, es la continuidad de un proceso de constitución del mundo popular y la maduración de un complejo político que sintetice estos nuevos sujetos. Debemos estar a la altura de los desafíos que nos impone el momento político. La radicalidad política de la Izquierda Independiente, está en saber leer correctamente este nuevo escenario. Es esta correcta lectura de las potencialidades del presente, la que permitirá articular una estrategia política unitaria al interior de la Izquierda con horizontes emancipatorios.
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