domingo, 10 de marzo de 2013

La unidad de lo político-social

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El complejo panorama social puede poner en cuestión el viejo paradigma que separa lo político y lo social, abriendo flancos para politizar lo social, o sea, dotar de iniciativa y poder a las asociaciones sociales (sindicatos, federaciones, juntas de vecinos) que actualmente no tienen ninguna posibilidad de tomar decisiones o ejercer control de sus destinos, superando el actuar de los partidos institucionalizados.
Los debates y líneas propuestas, en el plano de las elecciones, han buscado enmarcar el debate político en el voto. Sin duda este “encuadre” reduce el plano analítico, por lo que es preciso plantear otra cuestión política más profunda, la unidad de lo político-social. Esta comprensión se posiciona desde el análisis histórico del quehacer político en el país y de las practicas de constitución de poder, viven ciadas durante la historia chilena. Por consiguiente este campo de acción(político-social) comprende la división, instalada, de dos esferas del quehacer o devenir de nuestra sociedad (partidos-organizaciones sociales). A su vez estas esferas ponen su énfasis o acento en dos comprensiones básicas del ejercicio de lo político, una desde la representatividad y la segunda desde la participación.
Lo representativo ha predominado durante todo el siglo XX en todo orden de propuestas políticas. Con esto me refiero tanto a la izquierda, en todas sus gamas, como de la derecha. ¿Cuál es el principio que opera aquí? El que posiciona la estructura política por sobre el campo de la asociatividad social (medio de producción o relaciones sociales de producción), buscando en el campo del Estado (superestructura) modificar las correlaciones de fuerza a través de instrumentos políticos (partidos). El instrumento (partidos) es reservorio exclusivo del pensar y hacer político, entendiendo lo político como la acción y ejercicio de tomar control de la forma de “revolucionar” la vida (praxis). Este transitar ha posicionado al partido, sobre todo institucional, como forma hegemónica de organizar los esfuerzos por construir nuevos horizontes sociales y/o preservar los mismos. De acuerdo con esta mirada, es patrimonio de lo social (relaciones sociales de producción) solo la enunciación (demanda social) de lo que se debe cambiar, mantener o revolucionar, tomando un rol de participación como generador de relaciones sociales que canalicen al Estado las demandas sociales.
Este actuar institucionalizado, plantea dos disyuntivas de politización de las sociedades. El primero buscara revivir la “correa transmisora” entre partidos políticos y “mundo social”, lo que implica una necesaria modificación de la institucionalidad representativa en su conjunto, pudiendo incluso incorporar mixturasen el ejercicio de lo político (representación participativa). El divorcio social de los partidos despolitizados, instalará entonces nuevos elementos de representación o transformara los ya existentes. El segundo pone su énfasis en la politización del “entramado social”, o sea lo político sería dotar de “poder” a las estructuras de asociación del mundo social, con el fin de reconfigurar la política tradicional de representación, buscando así, una participación plena en el ejercicio de la configuración y administración de las nuevas o viejas realidades sociales.
Por lo tanto el complejo panorama social puede poner en cuestión el viejo paradigma que separa lo político y lo social, abriendo flancos para politizar lo social, o sea, dotar de iniciativa y poder a las asociaciones sociales (sindicatos, federaciones, juntas de vecinos) que actualmente no tienen ninguna posibilidad de tomar decisiones o ejercer control de sus destinos, superando el actuar de los partidos institucionalizados, promoviendo el auto gobierno como pilar de participación de la nueva política.

Mauricio Esteban Rifo MeloMagíster en Educación y Cultura, Docente en Universidad de Artes y Ciencias Sociales.



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