EL CONTROL COMUNITARIO SOBRE LA SALUD: UNA PROPUESTA
TÁCTICA EN LA CONSTRUCCIÓN DE AUTONOMÍA COMUNITARIA Y EJERCICIO DE PODER
SUBALTERNO
José Matamala Pizarro[1]
jose.matamalapizarro@gmail.com
Resumen: El
documento versa sobre tres cuestiones esenciales en la puesta en marcha de una
apuesta de control comunitario en salud. Estas se describen en la
caracterización de la salud chilena, cuyos determinantes sociales impactan
negativamente sobre el continuo salud-enfermedad, así como de la apropiación
colectiva de la misma. Esta situación impide la organización comunitaria
entorno a la salud, desreponsabilizando y victimizando a los sujetos que se
convierten en consumidores de un producto precarizado. Aquello niega el
carácter activo del individuo y el colectivo sobre los determinantes sociales
de la salud, sustrayendo el control de éstos sobre el medio productivo. Es
decir, al colectivo le es indiferente y ajena la producción misma de su salud. Aquella producción enajenada
trasunta en una pauperización de la salud, impidiendo el ejercicio de
participación activa de los actores implicados. Niega el carácter de clase,
imponiendo un modelo asistencial que gestiona y produce enfermos. Frente a
esto, que trastoca a los actores implicados –Trabajadores de la salud,
Estudiantes del área, Pobladores, Trabajadores- se postula la necesidad de ejercer
control sobre el medio productivo y su objeto de producción, es decir,
favorecer la referenciación comunitaria de la autonomía colectiva en cuanto a
la apropiación de la salud y el entrenamiento de poder y dirección de los
sectores subalternos en la gestión social y administrativa de la salud. Y para
caracterizar aquello se utilizan las elucubraciones surgidas desde la
experiencia de salud comunitaria llevada a cabo en la Población Luis Cruz
Martínez de Chillán, desde el año 2011.
Más
allá de conceptualizar la salud
Cuando se habla de
salud, se tiende, en primera instancia, a conceptualizar operativamente la
misma. Pareciera ser que lo último que se busca en el debate es actualizar el
carácter compresivo de la categoría, añadiendo nuevas apreciaciones sobre la
misma. Aquello es propio de la búsqueda recurrente de la ciencia “como tal”[2].
Para los fines políticos, lo resuelto en la tensión científica no es
suficiente. En lo político[3],
se debe entrecruzar lo propio de la filosofía de la ciencia y lo propio de la
filosofía de la praxis. Es decir, debe relacionarse positivamente con la
actuación crítica sobre la realidad,
dirigida científicamente. De esta manera, es posible plantear un estudio
aterrizado respecto a las implicancias de la salud en la Formación Económica
Social chilena, correlacionando en el mismo dos premisas: ciencia/sociedad. La
segunda de éstas parece ser velada por las posiciones dominantes, tratando a la
salud como una necesidad de “mantención en su grado mínimo” de la fuerza de
trabajo. En la tríada de formulación de valor, la mercantilización de la salud
deriva en una objetivización que se escapa al control de los individuos y el
colectivo. Es la salud que se deriva del patrón de acumulación dominante: el
neoliberalismo. Pero el velo que cubre la posición dominante es paradójico.
Según el psicoanalista Manuel Baldiz[4]
(2009) la constitución del sujeto en el neoliberalismo es próxima a los
intereses postmodernos de fragilidad y dispersión. Aquello ocasiona que “El
superyo postmoderno ya no es exactamente prohibitivo, se trata más bien de un
superyo que empuja a gozar siempre más y más: de los objetos, de la técnica,
del consumo, de la felicidad instantánea, de la supuesta autoayuda, del
trabajo, de la imagen”. Es decir, pese a que la filosofía y la ética neoliberal
quieren mantener en su “grado mínimo” a la fuerza de trabajo, la insta, desde
la fragilidad y la dispersión del consumo, a autosabotearse y autoenfermarse. Ubica
a los sujetos, en el continuo salud-enfermedad, en el monismo de la enfermedad-enfermedad.
Por tanto el “arqué” de la sociedad neoliberal es la enfermedad. Ahora bien, si
se comienza a observar más allá de la fuerza de trabajo y se considera la
Fuerza Productiva en su integridad, se podría concluir que la lógica del capitalismo
se dualiza en la manifestación enfermedad (humana)-depradación (ambiental). El
2008 el Biólogo Héctor Kol[5]
indicó que frente a esta dualidad, es necesario “echar
abajo el Estado capitalista neo-liberal, a este Estado que no ofrece soluciones
para nada, ni para la Salud, ni para la educación, ni para la vivienda y mucho
menos para el tema ecológico”. ¿Pero qué tiene de particular aquel modelo?
Antecedentes de la estructura de salud chilena y su
implicancia en los determinantes sociales.
Desde
1990 a la fecha, la población chilena ha crecido en casi 3 millones de
habitantes, presenta una estructura piramidal invertida con un claro
envejecimiento de sus habitantes. Chile presenta un IDH sobre la media de
Latinoamérica. Desde 1979, con la reforma de Salud, establecida en la Ley
15.469, se dispone de una doble oferta: público-privada tanto en la previsión
como en la cobertura de la salud. Entre 1981-1986 se fue allanando el terreno
para el surgimiento de las ISAPRES, las cuales fueron consolidadas durante los
gobiernos de la Concertación, pese al maquillaje dado en 1990 y al Estatuto de
APS en 1995, así como la avanzada de reformas desde el 2000 en adelante que
permitieron establecer el Plan Auge. La organización de la salud, desde
entonces, se erige sobre una terna: La formalidad de la organización, rol
institucional en el sistema (previsional-financiero, proveedor de servicios o
mixto), fines (con lucro-sin lucro). El sistema de salud es Mixto, siendo su
brazo público FONASA y privado ISAPRES y Mutuales. Es decir, el circuito de producción
del servicio se liberalizó, transformando a la salud en una mercancía (bien de
consumo). Esto se condice con el carácter técnico del neoliberalismo en cuanto
a la creación de valor “donde antes no existía”[6]. Considerando aquello, sin
el afán de profundizar en extenso en la estructura orgánica de la salud
chilena, se plantea la perentoriedad de develar la incidencia de la misma en
cuanto a los determinantes sociales de la salud. La Organización Mundial de la
Salud[7] (2013) define a los
determinantes sociales como las circunstancias en la que se desarrolla el ser
humano. Estas determinantes explicarían las desigualdades en la cobertura de la
salubridad, no solo nacional, sino continental y mundial. Según Rafael Agacino[8], la asunción de un
proyecto neoliberal “integrista” transnacional menguó en la salud en función de
los siguientes determinantes sociales: 1) integrismo transnacionalizado 2) la
dinámica de crecimiento 3) Recomposición de la estructura productiva 4) flexibilización
del mercado del trabajo 5) extensión del trabajo precario. Todos ellos
impactarían negativamente en el continuo sanitario y su organización. Ejemplo
de aquello, son las denominadas ISAPRES, las cuales pueden: imponer reajustes
anuales (operar monopolícamente y retener clientela cautiva), autorregular sus
precios y planes (Recomposición de estructura productiva de la necesidad
social), capacidad para crecimiento vertical (afiliarse a prestadores de
servicios), seleccionar los riesgos (gestión social del riesgo) para modificar
contratos y establecer reajustes, lógica expansionista de inversiones en otros
terrenos (dinámica de crecimiento, tejido de negocios). Según una columna de
Marcela Ramos en CIPER ¡El mercado le ha seguido el
pulso a estos movimientos de la población. Entre 2002 y 2008, las clínicas más
grandes incrementaron su capacidad instalada en un 79%. Los proyectos de
expansión alcanzan los 500 millones de dólares![9]. Es
decir, la salud, o como se dijo anteriormente, la gestión social de la enfermedad-enfermedad
es un gran negocio para los empresarios. Pese a ello, según la OCDE, Chile
obtiene ciertos logros en salud precarizando a los trabajadores del área,
desmantelando la Salud Pública en Salud. Se gasta un 7% del PIB en Salud. De eso,
un 3,8% se destina a la atención del 80% de la población (los que están en
Fonasa); y un 3,2% al 20% restante (los afiliados a isapres). Todo ello expresa
las transformaciones neoliberales en el seno de la salud, así como en los
elementos que le rodean.
De los determinantes sociales en salud a la
identificación colectiva.
Chile es uno de los países más privatizados del mundo. Es que expresa
una contrarrevolución madura. Erich Fromm[10] indicó
que una las características centrales del progresismo neoliberal se relacionaba
con la tríada: producción ilimitada-la libertad absoluta-felicidad sin
restricciones. Esto, en lo ético, traería un hedonismo radical y un egoísmo
extremo. De esta manera, en la caracterización de la sociedad chilena como una
expresión neoliberal madura se suplanta al individuo por el sistema ¿Qué es lo
mejor para que el sistema marche?, enconando al sujeto a la tesis que “con
esfuerzos le pueden llegar beneficios”. Esto explicaría el diagnóstico del
sujeto, la crisis de sentido y de identidad que lo subyuga post-derrotas:
dictadura militar y salida pactada a la misma. La reducción del individuo como
sujeto estadístico. Esta involución dificulta la asunción de proyectos sociales
y colectivos. Y por tanto, la identificación consciente e histórica de los
determinantes sociales que están implicados en su porvenir, en su proyecto
vital. Esta fragmentación objetiva y desconstitución subjetiva, reducen la
acción social a la mera compensación de intereses. Durkheim le llamó a eso
solidaridad mecánica. La fetichización de la realidad impide la emergencia de
esperanzas y posibilidades. Una posibilidad de ruptura podríamos encontrarla
con la necesidad de analizar lo real. Es decir, el pasaje al acto de compartir
con el sujeto fuera de lo que lo ataba anteriormente (una categoría social),
instándolo a formar organización. Eric Laurent[11] diría
algo así como enfrentar al sujeto con su angustia, porque es un afecto que no
engaña. El malestar del sujeto es por la pérdida de sentido, de porvenir y de
proyecto social. Es por la derrota y la instalación del capital por sobre el
trabajo. Es por la miniminalización de la vida y la exageración de la
depradación, la muerte y la enfermedad-enfermedad.
En la identificación colectiva, es necesario revisar la opacidad desde
la emergencia que van teniendo los sujetos subalternos, y las posibilidades que
se abren en la construcción de sujetos sociales con capacidad de disputa y
control de su proyecto vital. Pasar de la mera determinación e imposición de
las condiciones por parte de los sectores dominantes, hacia una táctica de
actividad colectiva que construya los pies del Pueblo. En ésta radicarían
nuestras observaciones para definir las condiciones de posibilidad[12] y la
puesta en marcha de un proyecto vital que emerja desde los actores que están
atravesados por la condena.
Sobre la apropiación de la salud y la
construcción de un proyecto vital.
El Psicoanalista S. Freud[13] indicó
en 1927 que “la civilización es algo que fue impuesto a una mayoría contraria a
ella por una minoría que supo apoderarse de los medios de poder y de coerción”.
Esta civilización se asemeja a la cultura y la cultura está dominada por el
sentido común, cuya direccionalidad está subordinada a la dominancia global de
la clase dominante sobre la dominada. La apropiación de la vida “en general”,
su distribución y su gestión están en manos de unos pocos. En palabras de K.
Marx[14], la
masa de la humanidad se expropió a sí misma para mayor gloria de la
"acumulación del capital". Así, como se consignó
anteriormente, el patrón de acumulación instalado por la fuerza en Chile trajo
un deterioro significativo en la capacidad de disputa de la clase trabajadora.
La derrotó en dos planos: político y militar. De esta manera, expoliando sus
derechos y atosigando sus ideas, se destacaron reservorios de organización que
articularan una resistencia (por lo menos a nivel de subcultura o
contracultura) a la dominancia total del capital. El diagnóstico estructurado
para superar la organización noventera en Chile, los colectivos, supuso la siguiente
esquematización:
1.-
el paralelismo eterno con el Estado y las formas organizativas capitalistas
para la producción de realidad social.
2.-
la dispersión de la clase trabajadora,
3.- Impiden la confrontación con la burguesía, ya
sea en forma total o parcial.
La superación dialéctica
de la problemática de una Praxis política fragmentaria viene a resolverse (al
menos en cuanto a tesis) en la creación de espacios de síntesis
“político-social”. Esto cuajaría en la puesta en marcha de “Comunidades de
Militantes” que anteriormente se encontraban dispersos. De esta manera, desde
el paso de una dispersión a una unidad sintética, lo que se pone en juego es la
cuestión del poder y el control político y sus problemas asumidos en forma
plena respecto a cómo llevar a cabo aquello.
Si se considera que en
cuanto a la estructuración entorno a la salud, las organizaciones que se
vinculan con el tema son de dos tipos: institucionales (Gremios y algunos
sindicatos aislados, Juntas de Vecinos, ONGs, entre otros) y para-institucionales
(Mesas Territoriales, Agrupaciones, Colectivos de Salud), se podría indicar que
la discusión debería radicar en el mismo plano: en la apropiación colectiva y
el ejercicio del poder de los actores involucrados. Tomar control del medio productivo
de forma autónoma y comunitaria. A su vez que se va preñando lo viejo de lo
nuevo, ¿Cómo se debe hacer para favorecer la instalación de la idea de control
comunitario en salud? Tal como se caracterizó anteriormente, con la
liberalización de los servicios, la tríada objetiva del valor sucumbió a la
ética neoliberal. La salud pasó a ser una mercancía que se regula por el
mercado. Ésta estaría enquistada en una bifurcación con claros ribetes
privatizadores: lo público y lo privado. A su vez, los actores estarían
desarticulados y posicionados en diferentes planos debido a la organización del
sistema: Servicios de Salud y la Administración delegada de Municipales y
terceros. El papel de lo comunitario y del control, desde esta vertiente se
considera difuso. Pero no lo es cuando se asume el carácter de apropiación del
modo y objeto de la producción de la salud y el ejercicio del poder popular de
los sujetos subalternos dentro de un patrón de acumulación dominante. Esto es,
como se dijo, preñar lo viejo con lo nuevo. En este aspecto, tal como surgió
con el tema estudiantil[15],
la punta de lanza de la constitución de control comunitario en salud se esboza
más próxima a la capacidad organizativa de los pobladores.
Los pobladores y su ubicación en la puesta en marcha
de la táctica del control comunitario en salud.
Los pobladores como
sujetos subalternos son actores poliformos, polivantes
en sus recursos y tácticas, que fraguan su lucha y constitución al calor de
demandas características que se enclavan en un contexto histórico determinado.
Éstas entran en conflicto con las formas de perpetuación de la dominación capitalista
en cada una de sus fases. Por lo tanto, evidencian diferencias profundas en
cuanto a lo político, una vez vencidas las cristalizaciones impuestas. Desde el
diagnóstico, se puede indicar que al concebir el modelo dominante de salud el
carácter de “enfermedad-enfermedad”, deja de lado “la salud” como colectividad.
Obvia y reduce, lo que es digno de muchos estudios, lo que se denomina “Salud
promocional y preventiva”. ¿Para qué lo va a realizar? Ya que considera la
salud como un agregado que permita “el mínimo” para mantener al trabajador en
una condición de pauperización de derechos. Es decir, en el neoliberalismo el
75% del financiamiento de la salud del trabajador depende del trabajador mismo,
siendo el aporte del Estado de un 25%.. Esto sitúa a Chile, dentro de la OCDE,
como el número de los países que hacen gastar dinero de su bosillo a los
trabajadores. De esta manera, para la clase dominante le es indiferente el
desarrollo de estrategias integrales de promoción y prevención en salud. Esto
abre una veta táctica para el ejercicio de poder comunitario. El cual puede ser
tomado por los pobladores, quienes, en su ubicación dentro de la estructura productiva
de la salud, adquieren protagonismo y rol del ejercicio del control comunitario
de la salud misma. Si se considera la historia de los pobladores en Chile, se
observa que alrededor de los años 30, la concentración espacial, que trajo
aparejadas dificultades para algunos sectores sociales, se debió al beneficio
obtenido por otros sectores en función de la concentración caracterizada por la
aglomeración y valorización diferencial de la tierra. Desde antes de los 30,
posterior al surgimiento de la “cuestión obrera” y la migración campo-ciudad, trajo
aparejada un crecimiento urbano significativo. En 1910 Recabarren[16]
se pronunció al respecto, caracterizando la situación de los asentados como
“una ignominia”. Los pobladores se escaparon de los ranchos, para vivir las
penurias de los conventillos. Es ahí, en esa estructuración habitacional, en
donde surge la preocupación de los pobladores respecto a la salubridad
(incluido el Estado y los servicios sociales altruistas). Desde entonces, la
compenetración Salud-Vivienda fue un eje de relevancia política del Movimiento
de Pobladores en Chile[17].
Uno de los casos paradigmáticos fue el Campamento “Nueva La Habana”, cuyo rol
articulador del ejercicio de poder popular histórico radicó esencialmente en
los pobladores organizados desde una forma autónoma relativa. Esta disyuntiva
Autonomía/vía institucional, en cuanto a la constitución y representación de
los referentes poblacionales no sería algo que incidiría en la consecución de
niveles tácitos del ejercicio del control comunitaria autónomo. La Historia del Movimiento
de Pobladores nos indica que, por la década de los 60, éste sector tomó realce
debido a la orientación táctica de la
DC para cooptar las demandas pujantes de los pobladores (vincular
el Estado con la “Sociedad Civil”). Una vez “legitimada” la existencia y
participación de los pobladores, éstos se adhirieron en grandes cantidades a
las organizaciones vecinales constituidas (JJVV). La Izquierda , dando cuenta
de aquello, redigirió su orientación programática hacia “el copamiento” de los
espacios Institucionales. Esto, sin dejar de lado, evidentemente, la
alternativa de construcción autónoma a los poderes dominantes. Nótese,
nuevamente, la aproximación a la experiencia generada en el Campamento “Nueva
La Habana”. Para ello, dentro del control comunitario, se debe hacer una
diferencia entre la “vida comunitaria” y “alternativa comunitaria”. La “vida comunitaria” se conceptualiza como
la vida en común que despliegan los habitantes de un sector territorial determinado.
Por “Alternativa Comunitaria” se
entiende la postura política de construir vida conscientemente organizada en
aquel sector. Esto, sería el pilar de la estrategia política de construir “Un
Barrio Nuevo”[18], mientras que
el ejercicio del poder y el control comunitario en salud es la táctica para
lograr aquel proyecto vital.
La
articulación del control comunitario en salud: actores, actos y escenificación.
La experiencia del Comité de Salud Comunitaria “Violeta Parra” de la Población
Luis Cruz Martínez de Chillán.
La población Luis Cruz Martínez es un barrio
tradicional que se ubica al sector poniente de la ciudad de Chillán. Sus
orígenes se remontan a finales de la década del 60, siendo su proceso de
configuración espacial determinado por dos tácticas: la toma de terreno y la
opción gradualista “Cooperativa de Vivienda”. Durante la época del UP asume un
gran protagonismo en la esfera política poblacional en Chillán, siendo pilar
importante de sostén del Partido Socialista de la comuna, así como del Comité
de “Los Sin Casa” próximo al Partido Comunista, lo que significó que el Presidente
Salvador Allende visitara a los dirigentes del barrio para interiorizarse de su
trabajo. Luego de la derrota militar, la población vive un proceso similar a
los barrios chilenos: shock-persecución-ocultamiento-reforma
dirigencial-resistencia política-asunción de la salida pactada-disolución de la
organización-fragmentación-cooptación-instrumentalización.
Posterior aquello, la derrota de la salida pactada
significó una fantasmática presencia organizativa que fue cambiada el año 2010,
durante la coyuntura pos-terremoto. Desde entonces, se incentivó el trabajo
comunitario estableciendo formas organizativas autónomas y con presencia
institucional, lo que favoreció la interpenetración con otros actores sociales:
estudiantes de la Universidad del Bío Bío, organizaciones de pobladores
chillanejas y trabajadores del Consultorio de Salud Familiar “Ultraestación” y
un sindicato del retail. La línea interventiva que más tuvo desarrollo fue la
de salud comunitaria. Ésta se orientó de la siguiente forma:
Como
lo expresa el esquema, el 2011 se conformó el Comité de Salud Comunitaria
“Violeta Parra” incentivado por dos aspectos: 1) preocupación por la salud
pública chilena, específicamente la Atención Primaria en Salud otorgada por el
Consultorio “Ultraestación” de Chillán 2) Efectuar acciones comunitarias[19]
entorno a la Salud Comunitaria. Durante el 2011 se hizo notar con relativa
fuerza los embates privatizadores en la Atención Primaria de Salud, las cuales
sustentaron las ideas neoliberales de aumentar el copago, subir los costes en
los fármacos, precarizar la actividad laboral de los funcionarios (recordar el
Paro de la CONFUSAM), entre otros. Es decir, los CESFAM serían delegados a
corporaciones, tal como se quiere hacer con los recintos de atención terciaria
(Hospitales). En esta coyuntura, surge el Comité de Salud en la Población,
superando la propuesta de “Crear Mesas Territoriales por la defensa de la
Atención Primaria o Salud Pública”[20].
Es
así como el Comité, se orientó en la tarea de tomar la salud
pública/comunitaria desde 8 esferas directrices:
a) la territorialidad, expresada en la
ubicación de la dinámica espacial en la cobertura de salud, lo que permitiría
un ejercicio de poder a las comunidades poblacionales respecto a los temas
referidos a la salud pública/comunitaria; b) articulación con otros actores, en
la medida de conformar un núcleo de expresión popular del ejercicio de salud
pública-comunitaria junto a estudiantes del Colectivo de Salud de la
Universidad del Bío Bío y Trabajadores del Consultorio “Ultraestación”. Es
decir, la gestión y puesta en marcha de la salud comunitaria pasaría por la
articulación de estos 3 actores. C) AGP, en el sentido de instalar ideas
fuerzas respecto a la situación de la salud pública, donde se atiende la
mayoría de la población. (Para ello se hicieron foros y jornadas de discusión),
así como en la formación se realizaron ciclos de Formación de monitores en
salud comunitaria. D) La conformación del Comité permitió contar con autonomía
organizativa, así como la interpenetración en la estructura institucional de
las juntas vecinales. E) Si el neoliberalismo niega la promoción y prevención,
la acción del Comité se dirigiría por esa veta. Aquello otorgó posibilidad de
crecimiento y posicionamiento, así como ejercicio de poder y control “local” en
esta área de la salud comunitaria. F) La confrontación social frente al modelo
hegemónico, guiado por la idea de consecución de un “Barrio nuevo”, así como
participar en la coyuntura agitando sobre el tema. Faltó eso sí, entrar en
disputa con los administradores municipales del Consultorio respecto a la
estructura arquitectónica del recinto (Muy pequeño para la población que se
atiende). G) La constitución y puesta en marcha permitió la referenciación de
la organización comunitaria y la preponderancia del tema de salud comunitaria.
H) El financiamiento fue para-instituciona e institucional, este último
conseguido a postulaciones vía Junta de Vecinos a proyectos y el aporte directo
al Colectivo de Salud por parte de la Universidad del Bío Bío para la ejecución
de los ciclos de formación de Monitores en Salud.
Algunas
discusiones finales respecto al ejercicio del poder y la conducción del control
comunitario
A lo
largo del documento se dio cuenta de la alternativa táctica del ejercicio del
poder de los sectores subalternos en una fase neoliberal que presenta sus
primeros síntomas de agotamiento político. En ese escenario, la acción del
control comunitario se sitúa: primero en el plano de simbólico-vivencial, en la
medida de establecer un proyecto vital que se va erigiendo dentro de un patrón
de acumulación dominante y segundo la radicalización de este proyecto de vida
que permita conflictuar temporal y limitadamente con el proyecto social
hegemónico, dirigido por la clase dominante. De esta manera, el tema de la
construcción del ejercicio del poder en salud y su control se condicen con las
tareas que deben desarrollar los revolucionarios y el Pueblo subyugado: en esta
fase de incremento de la movilización y algunos retazos de conciencia, el
pasaje de la derrota a la ofensiva necesita hacer carne la estrategia a través
de tácticas que sean asumidas por el Pueblo en su expresión sectorial e integral.
Aquello conlleva una tarea de favorecer la organización autónoma y el
fortalecimiento de la formación continua y elicitadores de mayores niveles de conciencia. Es evidente que el
caso expuesto no es el “perfecto” respecto a la cuestión del control comunitario
en salud, pero si es un antecedente a considerar en la medida que es en la
realidad concreta donde se van dando los ejercicios del poder popular
histórico, siendo los revolucionarios e intelectuales orgánicos los que tengan
por tarea no solo acompañar y guiar al Pueblo en esa tarea, sino problematizar
junto a él, el sentido mismo de la
vitalidad.
Chillán,
Mayo de 2013.
[1] Participa del Comité
de Salud Comunitaria “Violeta Parra” de la Población Luis Cruz Martínez de
Chillán.
[2] Para
comprender esto, revisar el texto de T. Khun (1971) “La estructura de las
revoluciones científicas”. FCE.
[3] Lo político sería el
modo en que se instituye la sociedad.
Es decir, el carácter ontológico de la misma. Por lo tanto es aquello que
dinamiza el carácter antagónico en una
sociedad concreta.
[4] El Psicoanálisis
frente al Discurso del Amo Contemporáneo.
[5] Entrevista en el
diario “EL Ciudadano”. La ciencia ha sido sometida al poder del dinero.
[6] Situación similar
ocurre con la vivienda y la educación. Desde 1981-1982, posterior a las
políticas de shock y la asunción de las políticas de los Chicago Boys, se
genera una transformación “por arriba” del patrón de acumulación. Se instala el
neoliberalismo, el cual empieza a liberalizar los servicios antes administrados
por el Estado. Estos son los efectos de la contrarrevolución. El minimalismo
del Estado, la expoliación de derechos y la mercantilización total de la vida.
La burguesía nacional se entrega de lleno al capital difuso transnacional,
cambiando su filosofía y su ética. Por tanto, modifica sus esquemas en cuanto a
sus teorías del valor.
[7] OMS. Determinantes
sociales de la salud.
[8] Las transformaciones
neoliberales en Chile. Antecedentes de contexto para la discusión sobre los
determinantes sociales de la salud.
[9] Las dos caras de la
agenda del Gobierno en Salud. Pese al año de su publicación, refleja en cierta
manera la lógica de mercantilización neoliberal de la salud.
[10] Tener y Ser.
[11] Eric Laurent.
Psicoanalista. ¿Desangustiar?
[12] Quizás algo cercano a
la conceptualización de M. Foucault
[13] El porvenir de una
ilusión.
[14] El Capital, tomo I.
Capitulo XXV
[15] Rafael Agacino, en
una entrevista dada el año 2012, caracterizó de buena forma lo que se indica en
ese párrafo. Frente al tema de las movilizaciones estudiantiles, declaró ¿Cómo
caracterizar esta movilización social que ocurre en un contexto de crecimiento
económico, en ausencia de desempleo masivo, de bajas salariales o de una
situación de pobreza masiva y creciente? Lo que hay es una explosión en otras
condiciones: en condiciones de inclusión social; no se trata de las masas
menesterosas clamando por pan; no se trata de “marchas del hambre” como en los
años setentas y ochentas. Pese a que considera “Aspiracionales” a los
estudiantes, podríamos indicar que, tal como el tema estudiantil inició su
movilización en los “Estudiantes-Clientes” mismos, los pobladores, por su
ubicación en la estructura organizacional de la salud se ubican en el mismo
plano “Pobladores-Usuarios”. He ahí su potencial movilizador y propulsor de la
idea de apropiación del “Producto de consumo” que está recibiendo. Y la fisura
presentada con los trabajadores de la salud, reducidos a puras reivindicaciones
salariales.
[16] Ricos y pobres
[17] Nótese que las Ligas
de Arrendatarios y posteriormente, en los gérmenes de poder popular expresados
en el Campamento Nueva La Habana, lo
habitacional era inconcebible de lo sanitario. Los pobladores rompieron la
relación sujeto-objeto entre sus necesidades y el entorno que les rodeaba,
incluso superando la noción de salud, llevándola al plano del “Medio Ambiente”
[18] Esta
conceptualización se las debo a los compañeros de Temuco.
[19] Siguiendo la
esquematización táctica encontrada en los textos de Mario Garcés.
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